Wunala Dreaming

29 noviembre 2006

Una de mal de ojo

Filed under: De fiesta,Leisure — Patrick Ryan @ 7:48

Chino MandarinoComentábamos el estado de la semana de camino al Estolador, Maverick y yo. Y Maverick me comentaba la historia a contarles a algunos clientes con máquinas que hace cosas raras cuando tienen demasiado trabajo a hacer. Es que hay un chino dentro haciendo el trabajo, y cuando le das demasiadas cosas a hacer el chino se atabala y lo hace mal.

A raíz de eso lo típico que te cuentas historias de éstas que por increíble que parezcan la gente te las acaba creyendo a pies juntilla.

Resulta que en la empresa en la que trabajaba antes había una chica que tenía siempre todo tipo de problemas con su ordenador, lo más raro le pasaba a ella. Hasta que un día me pregunta «Patrick, ¿cómo puede ser que a mí siempre me pasen cosas raras?». Y le conté una historia que no hay por donde cogerla. Le dije que los procesadores trabajan con frecuencias eléctricas, moviendo electrones de aquí para allá (así muy simplista); y que en nuestra mente los pensamientos pues también son conexiones eléctricas, así que podía ser que por el tipo de funcionamiento de su cerebro, las ondas que éste produjese pudiesen interferir en los ciclos de la CPU del ordenador y hacer así que le diese tantos problemas.

¿A que suena a ciencia ficción? Pues un día la escuché comentárselo a una compañera de trabajo como si fuese cierto. En fin, no daba crédito, ¡se lo tomó en serio!

Pero Maverick va siempre un paso más allá. Se le ocurrió decirle un día a un nuevo en la empresa que le fuese a la Suministradora y le trajese un cubo lleno hasta la mitad … de Voltios.

Anda que eres poco cabrón. Y con esas que en el Estolador me vino la inspiración, y se lo expliqué.

– Ya ser porque no ligamos ni p’alante ni p’atrás.

Éstas palabras captaron su atención. Le expliqué que siendo así de mala gente con el resto alguien le había tirado encima una maldición; y que al verme a mí con él, pues la maldición me la extendieron también a mí, lo cual no está nada bien, no señor. Pero claro, por si no teníamos bastante con eso, resulta que yo cuando me presento a una chica y sé su nombre, ésta desaparece, así que no veas tú que embrollo.

Así que decidimos que tendríamos que hacer una alianza estratégica (algo parecido a lo de Renault y Nissan) para conseguir nuestros objetivos. Él deberá ser el encargado de presentarse a las chicas (ya sean de pantalones blancos, de cualquier otro color o incluso falda), seguidamente yo hablo con ellas, pero bajo ningún concepto me entero de su nombre, y después ya veremos; que bastante stressante había sido trazar éste plan como para pensar mucho más allá.

A todas, se me ocurre que igual el problema no es que desaparecen cuando sé sus nombres, sino que igual desaparecen cuando ellas saben el mío. ¡Coño! esto suena bien interesante.

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